viernes, 12 de febrero de 2016

Ningún profeta es acepto en su propia tierra.




23 Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.
24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra.
Lucas. 4:23-24


Aquellos que se destacan con buen testimonio o brindan consejos entre los suyos, no tienen la suerte de ser escuchados ya sea por exceso de confianza o por pura envidia. Es muy difícil predicar en nuestro propio círculo, sea éste el Lugar de origen, Lugar donde reside por algunos años, el lugar de trabajo o la familia misma.

Siento que decir tantas veces “nadie es profeta en su propia tierra” ha generado una verdad paralela, o sea una mentira que ha sido fundamento de muchas desgracias.

Por esto no resulta extraño que sean muy pocos los que se animan a predicar en su círculo íntimo. Por eso hay tantos buscan honra y prestigio, o simplemente hay quienes buscan ser honrados donde sea (¿a cualquier precio?). Por buscar honra, en algunos casos, el mensaje ha sido corrompido, el ego y el orgullo ha sido potenciado. Por buscar prestigio muchos han recibido a personas o hermanos zalameros que a través de extensa labia y por codiciar más al dinero han vendido el mensaje, ahora solo les profetizan felicidad, dinero y éxitos. Poco y más se vuelve una escuela de Walter Mercado…


Ningún profeta es acepto en su propia tierra. no quiere decir que no podamos abrir nuestra boca para evangelizar, si no quiere decir que no seremos aceptados aun nuestra propia familia nos rechazara.


Necesitamos orar por nuestra ciudad y nuestra familia para que Dios tenga misericordia, hablemos de Cristo a Nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, seamos testimonio.

Bueno sería predicar el evangelio, sabiendo de antemano que no tendremos honra, muchos menos prestigio, no seremos personas populares, pero nadie, absolutamente nadie podrá decir que Dios no está con nosotros.


¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Romanos 8:31

No hay comentarios:

Publicar un comentario